8 de mayo de 2008

PERDÓNENME MUCHACHOS





PERDÓNENME, MUCHACHOS


¡Perdónenme, muchachos!
Nunca yo los comprendía.
Perder tiempo me parecía
sentarme en la mesa de un bar.
Y ahora me pongo a pensar
¡cuánta razón que tenían!
Los que solos se sentían
aquí curaban su soledad.

¡Perdónenme, muchachos!
¡Gracias por esta bienvenida!
pues es un caos mi vida,
y si aquí sobra una silla,
plantaré aquí la semilla
de una bonita amistad.
Me duele esta soledad
y lastima como astilla.

¡Perdónenme, muchachos!
porque antes mal los juzgaba,
pues yo sólo me sentaba
en la mesa de mi hogar,
y empecé a deambular
buscando quién me quisiera,
y encontré amistad sincera
en un rincón de este bar.

Y hoy me voy a atrincherar
para siempre en esta esquina,
pues me harté de la rutina,
de la naifa que desprecia.
¡Perdónenme, muchachos!
sé que soy un mamarracho,
no me quieren ni en la iglesia,
mas sé que ustedes me aprecian:
¡Cuenten a un nuevo borracho!

© Rubén Sada. 08-05-2008.


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